sábado, 4 de julio de 2009

Recordando a mi Amandita


Saludos,

Hoy se cumple el segundo aniversario de la partida de mi Mamá a la presencia de mi Dios. Me sigue doliendo su ausencia, y seguro que esto lo llevaré hasta el día que me toque a mi también, sin embargo me consuela los treinta y nueve años que disfrute de ella.

Mi Mamá nació el 27 de Marzo de 1938 en la ciudad de Cajamarca, Departamento del mismo nombre, en mi querido Perú. Sus Padres fueron Domingo Vargas y María Noemí Chavarry, su único hermano es Elías Vargas, mi muy querido y apreciado tío. Mi Amandita tuvo una infancia muy complicada, recuerdo sus relatos de niñez, aquellas historias en las que pequeñita tenía que ir a comprar el pan descalza, en el frio y la lluvia serrana, me contaba con dolor que una vez le pisaron su piececito, con tal fuerza que se le salió la uña, sin embargo al día siguiente tuvo que hacer la misma tarea. Cumplidos los quince años, salió del hogar y se enrumbó a la Capital, a Lima, para trabajar pues cada vez el dinero escaseaba más en su casa, y mi Abuelita quería que ella tuviera ocasión de tener un futuro distinto que ella en su pobreza no le podía dar.

Llegó a Lima todavía como una niña, trabajó y se ganó la confianza de quienes la ayudaron, fue generosa con su Mamá, con su Abuelo y con su hermano, siempre se agenciaba la manera de darse sus gustos como una joven adolecente, pero su prioridad era atender las necesidades de quienes habían cuidado de ella en su niñez. Disfruto mucho su vida de joven trabajadora, era una chica muy guapa y siempre andaba linda con sus vestidos de moda, sus zapatos de taco alto, sus carteras, etc. De tanto y tanto conoció a mi Papá, el se quedó prendado de ella (no era para menos, no por ser mi mamá, pero ella era realmente una chica muy guapa) y así empezaron su relación que luego la culminarían en el altar un 8 de Diciembre de 1960 (si no estoy mal en el año).

Somos cuatro hermanos, fruto del Matrimonio de mi Padres, si hay algo que recuerdo es el trabajo intenso de mi Amandita en las labores de la casa. La recuerdo lavando la ropa de toda la familia, limpiando la casa, haciendo las compras, cocinando de la manera tan rica como ella lo sabía hacer, engriéndonos a cada uno de nosotros, haciéndonos esos dulces caseros que nunca duraban más de un día, en el mejor de los caso porque a veces ni horas duraban). En esa época mi Mamá nos enseñó acerca del Amor de Dios, ella siguió el mismo camino que su Mamá le forjó, hizo la tarea con nosotros. No solamente nos llevaba a la Iglesia, sino que ella en cada cosa que hacia reflejaba lo que su boca hablaba, la gente que la conoció no me dejará mentir, mi Mamá era de las personas que dejaba de comer o de vestir por darle a los demás, lo hacía por el Amor de Dios en su corazón y seguro por el reflejo de sus recuerdos de infancia, ella sabía de hambre, de frío, de necesidad, pero lo que nunca le falto (como ella decía) fue el Amor de su Mamá y de su Abuelito (que hizo las veces de Padre) y sobre manera, el Amor de Dios.

Su vida de adulta y de hijos que se convertían en tales fue de muchos matices, luchó denodadamente por ser la fortaleza de sus hijos, el punto de unión de su familia, hasta el día que partió a la presencia de su Padre Eterno, ella luchó. Su Amor, su dedicación, su cariño, sus consejos, etc. arropan mi vida y consuelan la pena de no tenerla. Los últimos años fueron maravillosos para mi, llegamos a ser amigos, confidentes, no teníamos ni que hablar porque hasta a veces con una mirada sabíamos lo que pensaba el uno y el otro, no habían temas que no se trataban, la libertad era absoluta y el amor eran aún mas grande.

Mi Amandita ha marcado la vida de mi esposa e hijos, mi vida y la vida de tantas personas que la conocieron. El año pasado hicimos un Servicio de Agradecimiento en la Iglesia Príncipe de Paz en el Callao, Perú, la cantidad de personas que llegaron fue impresionante, amigas de ella que no veía hace años, muchas de ellas adoloridas por sus males, pero que por el recuerdo grato de mi Mamá dejaron dolencias y fueron a recordar a la Amandita. Me tocó dar algunas palabras delante de todas esas personas, yo solo lloraba y lloraba, mis hijos también derramaban lagrimas por el recuerdo de la Amandita, no habíamos tenido chance de estar delante de su feretro para darle el ultimo adiós.

Ese día comprendí que no era necesario un ultimo adiós, esta partida solamente representa un paso previo, no ha sido el final sino que es más bien el inicio de una vida eterna. Para los Cristianos, la muerte es un paso hacia la Vida Eterna, podemos tener esa seguridad por la fe de saber que Jesucristo vino a dar su vida por nosotros, murió en la cruz y resucitó al tercer día. Primero para pagar con su sangre nuestros pecados y segundo que venciendo a la muerte, nos ha dado la vida abundante y eterna de la que desfrutaremos todos aquellos que por fe así lo creemos.

No trato de hacer un discurso religioso, ni utilizar el recuerdo de mi Mamá para manipular a las personas, ustedes me conocen y saben que esa no es la intención de mis comunicaciones. Lo que estoy haciendo es algo por lo que me siento muy agradecido, tener la libertad de abrirles mi corazón, compartir con ustedes mis sentimientos y mis pensamientos.

Gracias por acompañarme en este segundo año del recuerdo de la partida de mi Amandita. Esta canción la escucho una y otra vez, porque me recuerda a ella: http://www.youtube.com/watch?v=ST0ffUQK3oU

Mamá Amandita tu vives en nuestros Corazones!

:)LG

3 comentarios:

brashika dijo...

Ay Mita... La extraño mucho... pero está en algún lugar mejor... increíble...

Anónimo dijo...

Lenchi, sin bromas me uno a la lista de sus hijos. El aprecio y cariño que ella se hacía tener es admirable.
Su ausencia la sentimos todos; yo bastante.
Un abrazo para ti y tu familia.
Mario Saldaña

Rocvall dijo...

Lenchy, Hola de casualidad encontré tu blog y de veras me apena la desaparición de tu señora madre una persona muy buena y bondadosa
¿Dios la tenga en su reino Sra. Amandita!

Muchos saludos y recuerdos
Rolando Cueva y familia